jueves, 22 de octubre de 2015

habitantes inciertos

Todos tenemos un habitante inesperado interno, viviendo de un recuerdo.
De vez en cuando aparece y nos pone a pensar.
Esperas que el cerebro se te aquiete. El recuerdo se retroalimenta más.
Pero sigue estando ahí, y su idea central no es más que la espina dorsal de otras memorias más complejas y profundas. 
¿Qué hacer cuando temes escaparte de vos mismo?
Esa cálida oleada de placer que te recorre el cuerpo cuando esa memoria dolorosa se aleja muchas veces parece no llegar.
Quizás una foto, quizás una película, quizás un momento, lo destapa y tu cerebro lo invita a pasar.
Cerrá los ojos y contá hasta a tres. Simplemente no se va.

Porque todos tenemos un recuerdo que nos asusta, y lo apartamos cuanto antes de nuestra cabeza.
Porque todos esperamos encontrarnos en alguien lo suficientemente fuerte para perdernos de nosotros mismos un rato.
Y porque, cuando lo encontramos, nos sentimos más nosotros que nunca.