Querida Cintia de 35 años:
Espero que estés bien, que hayas encontrado tu trabajo
ideal, que tengas gente increíble rodéandote, un departamento propio, que Teo
finalmente tenga novia. Pero sobretodo, Cintia, espero que no hayas
recuperado los 15 kg que bajaste, media pila. Nota mental: dejar de darle rienda suelta a
las medialunas desde ahora.
Al menos a los 24 años, te empezó a dar miedo olvidar
ciertos pensamientos y sensaciones. Sensaciones que capaz no volves a tener, o
a recuperar. Así que mejor archivarla en letritas, pensaste. Ojalá para tu versión de
Cintia de casi 35 años siga existiendo el blog. Capaz aparezco en un holograma
relatándote esto, qué fiesta.
Hoy, con casi diez años menos, aprendiste y a veces te
despertás analizando cosas como si tuvieras más edad. Tu capacidad analítica y
casi precisa del día a día a veces te asusta. Aprendiste a los golpes que si
tenes paciencia todo te va a llegar. Que con trabajo y perseverancia, y mucha pasión y enfoque, una por una van
cayendo las cosas.
Te enamoraste más de una vez, y no solo de personas. Notaste
después de varias noches dando vueltas en tu almohada que el amor propio es lo
que te hace levantarte cada mañana. Que desarrollando al máximo tus objetivos,
queriéndote y aceptándote tal como sos, llega el amor hacia los demás (y de los
demás hacia vos).
Descubriste que el amor no es lo único que se necesita para
que funcione una relación. De hecho, es quizás uno de los factores menos
determinantes. Porque quisiste, diste todo, pero te dejaron sola. O tus ganas
siempre fueron más. Y capaz lo que más admiras de vos misma es que no importa:
todavía conservas tu capacidad de intentar. Solo aprendiste a tener más
cuidado. A valorar lo bueno que tenes, y a buscar lo mismo en la otra persona. Que
sea mutuo, o que no sea nada.
Aprendiste a no dejar las cosas por la mitad. En el trabajo,
en el amor, en la amistad y hasta cuando ordenas tu departamento. Que las cosas
a medio hacer a la larga te afectan y no te dejan dormir por la noche, casi
obsesivamente. No te dan miedo las obsesiones que te hacen mejorar, las abrazas
y las invitás a tu mesa. También, descubriste que el ser humano miente constantemente, y que a veces nos gusta y elegimos creer. Que haber nacido persona pensante conlleva un grado de masoquismo importante.
Admitiste que la familia y los amigos son lo que siempre
quedan al final de tu día. Que podes incorporar gente nueva sin miedo en
cualquier etapa de tu vida. Que pensaste que los amigos del colegio eran los
únicos que podían ser sólidos, y cuánto te equivocaste. Desarrollaste una
capacidad de aceptar a las personas que te rodean tal cual son, para que ellos
también te acepten así. Que la familia siempre, siempre va a estar, por más que
quieras alejarlos. Es amor inagotable, te guste o no.
Ojalá Cintia, que no hayas olvidado todo esto, y hayas
aprendido mil párrafos más. Seguramente te vuelva a escribir, o capaz me limite
a vivir. Ojalá sigas siempre de buenhumor, ojalá te estén cuidando, ojalá sigas
acordándote todos los días de tu abuela. Ojalá te estes dedicando a escribir.
Y si todo eso no pasa Cintia, no importa. A los 15 querías ser médica y teñirte el pelo de azul … quién soy yo para decirte, con casi 25, lo que vas a querer diez años después? Conservá tu frescura, y tus ganas. Te quiero más que nunca.
Cintia versión 2015.