jueves, 8 de mayo de 2014

Tiro los dados y, una vez más, apuesto por mí.



Si te desayuno con mis dedos, no te acuestes a mis pies. Ni me cuentes como tres.
Vení, hoy no pensemos. Durmamos en la calma.
Quiero levantar la mano y gritarme “pará”. Callar a mi cerebro, invitarlo a aclarar.
Y es que si no me puedo encontrar; jamás nos vamos a sincronizar.
(Sabes que tengo el alma abollada y no se quiere acomodar)

martes, 6 de mayo de 2014

Paso a paso, mano a mano.



A veces tengo la repentina sensación que pasé muchos años de mi vida dormida. Profunda. En un sueño, ciego. Por suerte, sé que estas por venir.

Y, un día sin previo aviso, se juntaron las palabras y los escambrosos recuerdos y decidí que era momento de despertar -de mirarte-y  de perdonar. Paso a paso, mano a mano, te supe aprovechar.

No me arrepiento de lo vivido pero no quiero volverlo a hacer. No juego con lo que siento y ya no estoy tratando de olvidar. El pasado pasa factura en cada palabra que decimos, en cada acto fallido, en cada sensación.  Quererte me hizo recordarme; encontrarme. El final terminó -en mi alma- siendo un principio.

Y ahora, que estoy tan despierta, tan atenta, con los cinco sentidos agudizados me decido a no esperar. A jugármela por lo que tanto tiempo soñé y creí inalcanzable: admitir que la felicidad es un puñado de minutos y que una vida entera se puede reducir a solo un par de microsegundos. Que el reloj está en mi muñeca y solamente yo puedo cambiar los números por alegrías. 
Gracias.